Inició como proyecto en solitario por parte de mi Sensei David y terminó yendo una buena manada a la exploración.
Una mañana muy fría, arranque a 4º C, se congelaban los dedos de las manos, pero ni pex, así es esto, salimos de San Mateo con David, para encontrarnos con Nacho y Pau, los encontramos en Plaza San Miguel y con la sorpresa de que también llego Mario "mochilas" y también nos alcanzaron unos amigos nuevos de Melchor Ocampo. Entonces ya completos arrancamos al destino: Atravesar Sierra de Tepo por San Mateo hasta Santa Cruz del Monte.
Iba muy bien la ruta hasta que topamos con un retén militar que nos impidió el acceso, así que tuvimos que buscar el modo de rodear el cerro del Jorobado, y así lo hicimos, terreno muy empinado y con mucha dificultad para rodar, al llegar a la parte alta ya se puso mas accesible el camino pero aún así muy complicado, llegamos hasta una parte alta desde donde se divisaba un ranchito y ahi justo ocurrió el primer pinchazo, ahí nos encontramos gente de a caballo que nos facilitó algunas indicaciones tales como donde había neutle, pero tuvimos que recordarles a nuestros amigos de lo que faltaba y de sus propósitos de año nuevo así que seguimos nuestro viaje.
Seguimos avanzando, una bajada y posteriormente una larga subida que se hacía eterna pero al final se logró y bajamos hacía un río seco, donde uno de los bikers pagó su cuota de pinchazos y pues ni modo, a talachear, como observación el camino se encuentra lleno de nopales tirados y mucha biznaga, así que eso sol fue el inicio de un largo camino con pinchazos de todo tipo y que invariablemente nos obligaba a hacer paradas.
La rodada siguió pero ya se comenzaba a sentir lo pesado de la ruta, llegamos hasta un punto donde tuvimos que caminar entre madroños de mezquite y huizache con el respectivo pago de arañazos en brazos y piernas, acertada elección de los que llevaron licra larga, después de este arañoso pasadizo llegamos a un claro donde coincidimos con unos caminantes que iban de regreso y nos dieron alguna indicación no muy acertada y que por lo mismo decidimos no seguir así que seguimos nuestro camino pero no por mucho tiempo, aunque para estas alturas ya llevábamos casi 8 horas de jornada, llegamos al punto de no retorno y ahí decidimos que no era posible seguir, así que pues ni modo, a desandar lo andado y regresa os al punto donde habíamos encontrado a los caminantes y decidimos bajar por esa vereda y . . . ¡sorpresa!, resultó que esa vereda fue la cereza del pastel, un descenso muy divertido y sin mayores complicaciones, salimos hasta la carretera de Las Lumbreras.
A estas alturas ya veníamos con un hambre feroz y por fortuna encontramos un localito de Antojitos Mexicanos y pues a darle que es mole de olla; pancita, huaraches, quesadillas, pozole, sopes, gorditas, refrescos y cervezas (a estas alturas los propósitos de año nuevo se fueron al carajo) fueron los elementos que calmaron el hambre de esta jauría, ya con el alma en paz comenzó el regreso el cual sucedió sin mayores contratiempos.
Fue una rodada pesada porque no se contempló el tiempo y la dificultad que nos llevaría hacerla, al final sufrimos falta de hidratación, nadie llevaba alimentos, pocos kilómetros pero muy intensos, afortunadamente nada malo sucedió.
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